En el año 99 pasé una temporada en París. Mis amigos del pueblo Pep, Andreu y David vinieron a visitarme. Nos entretuvimos por Montmartre y cuando decidimos cenar algo ya eran casi las diez de la noche; difícil encontrar un lugar abierto a esta hora en París.
Entramos en una brasserie alsaciana a través del vaho de humo (aún se podía fumar en los comedores) y de camareros que entraban y salían por una puerta batiente.
Empezamos mal. Cuando David pidió Pieds du cochon (pies de cerdo) el camarero le corrigió con tono ofendido: “Notrês pieds du porc a la Sainte Ecolasse” poniendo la boca en forma de culo de gallina al pronunciar la “o”. Nos trajeron jarras de cerveza con vasitos de kirsch (licor de cerezas alsaciano) y una gran fuente de chucrut con salchichas.
El chucrut resultó estropajoso, las salchichas fofas, y David declaró que sus pies de cerdo eran incomibles. No recuerdo que pidieron Pep y Andreu pero lo definieron como “bazofia”. David me preguntó:
-¿Qué tal tu rabo, Miquel?- No era una pregunta con segundas, yo había pedido rabo de ternera al vino blanco.
-Horrible. Creo que me han dado la parte del rabo que estaba pegada al cuerpo.
Andreu llamó a un camarero y preguntó señalando al chucrut si nos lo podían cambiar por otra cosa. “¿No les gusta nuestro choucroute a l´alsacienne?” –juraría que lo dijo con retintín- Andreu respondió categóricamente:
-C´est unne merde.
Lo dijo en el momento en que se acercaba el encargado. ¿Saben lo que son los ojos de loco? El encargado los tenía.
-¿Pero qué esto? –graznó furioso-. ¿Los forasteros vienen a criticar la hostelería francesa? C´est ladernière goutte! (Es el colmo) ¡Cuando vosotros los iberos aún eráis caníbales y bebíais vino peleón en los cráneos de vuestros enemigos en París ya comíamos platos exquisitos!
Pep, el único que no entendía francés del grupo, miraba al encargado con la misma cara de pasmo que los turistas japoneses de la mesa de al lado.
-¡Y nuestro fromage Munster (típico queso alsaciano, nada que ver con la familia televisiva) que en toda vuestra puta vida no habéis sido capaces de hacer! ¡Y aún criticáis mi chucrut!
Apenas había tocado el intragable rabo de ternera y la jarra de litro y el kirsch se me habían subido a la cabeza, por eso intervine:
-Quand vous arrêtez de vous tromper, apporte moi un altre bière… (Cuando acabe con sus chorradas tráigame otra jarra…)
El encargado lanzó un grito de rabia.
-¡Y ese encima me habla en francés! –aulló apuntándome con un dedo.
-… s´il vous plaît –añadí en un intento de apaciguarlo. No coló. Su dedo describió un semicírculo apuntando hacia la puerta.
-Sortez d´ici!
Nos precipitamos hacia la salida pasando entre el fragor de la cocina y los camareros de chaqueta roja.
-¡Si lo cuento no me creen –dijo Andreu-. ¡El dueño nos ha obligado a hacer un simpa!
LA TORRE OSCURA
No, no es una portada para una novela de King, ya me gustaría... es una ilustración para la revista NEVERMORE especializada en literatura fantástica. Por ciero que la película no me pareció tan mala.
Hice el dibujo en buena compañía, en mi estudio con el estupendo libro de Bonavida Ponce -alias UTLA, del blog Un tranquilo lugar de aquiescencia- SMOKING DEAD. Un delirio ambientado en la Gran Plaga de los Fumadores. "Si te acostumbras, la muerte en vida podía llegar a ser soportable". Disponible en Amazon.
Y no podía faltar una receta francesa pero económica y fácil:
PASTEL PARMENTIER
En una sartén sofreír cebolla y carne picada. Sazonar con sal, pimienta y oregano. Cuando la carne tome color añadir 1 copa de vino blanco y dejar reducir.
Cubrir el fondo de una fuente para horno con puré de patata. Echar por encima el sofrito de carne picada, cubrir con una capa de salsa de tomate y encima el resto del puré extendiendo con ayuda de una espátula.
Espolvorear el pastel con queso rallado y dejar gratinar en el horno durante un par de minutos.