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LA PETICIÓN (Relato) Y UNA CANCIÓN SUICIDA

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 Una elegante pareja cenaban en un lujoso y concurrido restaurante. El hombre levantó su copa y le guiñó un ojo al maître; era la señal convenida.
El maître abrió la puerta que separaba el vestíbulo del comedor y entró  primero un violinista zíngaro que tocó unas notas de Gloomy Sunday. Le seguía una banda de mariachis acompañando a  un hombre que cantaba True Love con la voz de un niño de coro al que hubieran castrado demasiado tarde.
Tres chicas con escuetos atuendos de ciclistas aparecieron enseguida junto con un enano montado en un monociclo haciendo contorsiones. Un hombre gordo con frac de lentejuelas mantenía ocho platos de hojalata girando en los extremos de unas varas flexibles. Una bailarina negra hizo juegos malabares con teas encendidas. Cuatro saltimbanquis actuaron con un trampolín y un balancín. Tres chicas asiáticas vestidas con ceñidos maillots ocultaban y desvelaban sus cuerpos entre una ola de banderitas de colores ondulantes. Por último, un camarero acercó un rodante carrito de postres sobre el que ejecutaba su número un mundialmente famoso equilibrista del Himalaya.
 Un silencio expectante llenaba el local cuando el hombre se levantó de su silla, hincó una rodilla en el suelo y abrió un estuche con un enorme brillante ante los ojos de ella. Le preguntó:
-¿Quieres casarte conmigo?
Con un mohín petrificado en la cara, la mujer se puso en pie y dijo:
-No.
Dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta ofreciendo la visión del escote de su espalda con el espectro blanco de la tira del bikini.
Una niebla pesada pareció recorrer las mesas. Todos los comensales se sintieron repentinamente confusos, y disimularon su turbación volviendo a sus platos. Pronto el ruido de cubiertos sobre porcelana rompió el incómodo silencio. Los artistas fueron saliendo. El hombre volvió a hacer una seña al maître:
-Tráigame la cuenta, por favor. Hoy no tomaré postre.

FIN
LA CANCIÓN DE LOS SUICIDAS
(Ilustración de Anna Sanz) Antes he mencionado el tema Gloomy Sunday (Domingo melancólico) y tiene una curiosa historia: Gloomy Sunday, conocida popularmente como “La canción húngara del suicidio,” es posiblemente la primera leyenda urbana de la historia.
  Fue compuesta en 1933 por Rezso Seress y pasó bastante desapercibida hasta que en 1936 las autoridades húngaras decidieron prohibirla al ser relacionada con no menos de 17 muertes voluntarias. Se basaron en que habían encontrado referencias a la canción en las notas de los suicidas; algunos tenían además el disco de Gloomy Sunday puesto en el gramófono en el lugar de los hechos. Esto proporcionó una gran publicidad a la canción que se vendió con gran éxito en Estados Unidos con el sobrenombre de “The Hungarian Suicide Song”. Hay varias versiones pero sin duda la mejor es la de Billie Holiday que pueden escuchar aquí y podrán corroborar que es una bonita canción aunque bastante melancólica, eso sí. Por cierto que años más tarde, afligido por no poder componer una canción con un éxito similar, el autor Rezso Seress decidió poner fin a su vida saltando por la ventana. A eso yo le llamo ser consecuente.
...Y ALGUIEN TENÍA QUE DECIRLO
Me pone de los nervios esa gente que va a comprar el pan en Segway, ¿se puede ser más fantasmón?


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