1993. Fiesta 15º Aniversario de mi promoción del instituto.
15 años sin ver a mis excompañeros y por mí podrían pasar 115 más. Bueno, la verdad es que los seguía viendo como aquellos adolescentes impresentables a los que empezaba a causar estragos la testosterona. Las únicas cuatro chicas que había en la clase no vinieron. En el cartel de la entrada habría que poner: “Promoción del 78. Fiesta sin mujeres y con cerveza caliente. Bienvenidos”.
-¡Hola! ¡Cuánto tiempo! Soy Andreu.
El ex alumno que me abrazó con un punto más de efusividad del que me gustaría y al que yo recordaba como “el de los ojos saltones” se había convertido en un Steve Buscemi de 30 años.
Trajeron el bufet y enseguida quedamos aprisionados entre un gentío ávido de ganchitos y croquetas congeladas, esto nos facilitó la conversación. Yo le hablé de mi trabajo escribiendo para revistas de gastronomía y él me dijo que gracias al suyo en una agencia de viajes ha visto un montón de países y que acababa de volver de una Convención de Fans de la serie Star Trek en Vancouver.
-¡No me digas que te gusta Star Trek! ¡A mí me encanta!
-Ya veo que tenemos cosas en común –sonrió Andreu.
-Pues tienes que venir un día a cenar a mi casa con Mont, mi pareja –le dije entre dos empujones de gente que iba y venía del bufet- Acabo de comprarme un Pack especial con los cinco primeros episodios de la primera temporada en DVD. Lleva extras y escenas inéditas. Te va a encantar.
Anotamos nuestras señas en las agendas de nuestros móviles. Nos despedimos haciendo el saludo vulcano: la palma extendida y formando una V con los cuatro dedos.
- ¿Sigue en pie la invitación a cenar?
-¡Andreu! Pues claro que sí. Si te va bien puedes venir esta misma noche, a eso de las nueve.
-No recuerdo si te lo comenté en la fiesta pero es mejor que te advierta de que soy vegano.
-¡Ah, ningún problema, hombre! ¿A las nueve entonces?
En los 90 todavía no era muy conocido el término vegano, lo busqué en google:
“VEGANO: término acuñado para distinguir a los veganos de los vegetarianos. Filosofía basada en vivir exclusivamente del reino vegetal excluyendo carne, pescado, aves, huevos, miel e incluso leche animal y derivados lácteos.”
Mientras estaba en la cocina preparando el primer plato –calabacitas mexicanas- Mont me dejó claro que no le entusiasmaba pasar una velada viendo episodios antiguos de Star Trek.
-No entiendo como a alguien le puede gustar esa serie tan cutre -.Estaba apoyada en la puerta de la cocina haciendo girar un CD de Nirvana con el dedo en el orificio. Mientras yo abría una lata de maíz decidió volver a la carga: -Seguro que es un frikie.
-Mont, no todos a los que les gusta Star Trek son unos frikies. Y cuidado con ese CD que se te va a caer.
-¿Sabes si tiene novia?
-¡Uf!– resoplé mientras cortaba el queso fresco a dados-. Eso no me lo dijo. Al menos esta noche vendrá solo.
-Seguro que es un frikie –sentenció Mont y se fue a poner un CD de los Limp Bizkit.
Y ahora, el ques… ¡Un momento ¡ ¡Vegano! ¡El queso es de origen animal!
Bajé apresuradamente hacia una tienda de productos naturales. Conseguí llegar un par de minutos antes del cierre y compré un paquete de tofu.
Media hora después sonó el timbre. Apareció un sonriente Andreu con una botella de vino en la mano –sí, los veganos beben- y ¡Dios mío! ¡Vestido con el uniforme rojo y negro de la tripulación de Star Treck bajo la gabardina! Ahora sí que lo tenía crudo para convencer a Mont de que Andreu no era ningún frikie.
-Mmmm… Tienes que darme la receta.
Andreu elogió el segundo plato -berenjenas rellenas de setas- y aceptó otra ración. Me di cuenta de que el vino disminuía rápidamente y que Andreu llenaba su copa una y otra vez mientras que a Mont y a mí nos era imposible seguir su ritmo.
Ya no quedaba ni gota de vino cuando traje el postre, fresas con zumo de naranja y hierbabuena. Cuando llegué a la mesa Andreu estaba dedicando a Elena una conferencia sobre los beneficios del veganismo. Por su dicción algo pastosa deduje que el vino le estaba causando efecto.
-¿Tienes algún licorcito para acompañar estas estupendas fresas? –preguntó Andreu.
Andreu se sirvió una más que generosa ración de whisky en un vaso.
-A mí me atrae mucho todo lo relacionado con el espacio –dijo señalando la carátula del DVD de Star Trek donde aparecía una nave espacial-. ¿Sabéis que hace dos años en lo alto de una montaña de Lanzarote tuve contacto con un grupo de extraterrestres?
Mont y yo lo miramos desconcertados. Antes de proseguir su relato se sirvió otro lingotazo de whisky.
-Era por la noche, ya me había metido en el saco de dormir…y me despierto rodeado por unos hombrecillos de un verde fluorescente y del tamaño de un niño de cinco años.
-¿Y no se te llevaron? –preguntó Mont -. ¿Cómo se dice…? ¿No te abducieron?
-No –respondió Andreu-. Se limitaron a hacerme cosquillas y se fueron. Quizás en su planeta sea una forma de contacto.
“Cosquillas…” Mont disimuló su consternación comiendo más fresas. Andreu se escanció más whisky.
-¿Hay más whisky? –preguntó señalando la botella vacía. Bueno, la verdad es que dijo algo parecido a: ¿Hag maz züisky?
-Me temo que solo te puedo ofrecer vino del que uso para cocinar
-¡Pues vale!
A las dos de la madrugada llame a un servicio de taxis por teléfono. Andreu me había dicho –y le creí perfectamente- que no se encontraba en condiciones de conducir.
El conductor se quedó perplejo al verme con un tripulante de Star Treck que apenas podía sostenerse en pie y que al intentar despedirme con el saludo vulcano se metió un dedo en un ojo.
-¿No me vomitará en el coche, eh? –gruñó el taxista.
- Qué va –le tranquilicé-. Ya lo ha vomitado todo en casa.
Las luces del taxi se deslizaron calle abajo. Volví a mi piso, me senté junto al sofá e intenté servirme un vaso de vino de cocina pero no quedaba ni una gota.
Mont se despertó mirándome con expresión confundida.
-Bueno –le dije encogiéndome de hombros-. Al menos Andreu es consecuente. ¡El whisky no es de origen animal!
Y le hice el saludo vulcano antes de arrastrarme hacia la cama.
HISTORIA MÁS O MENOS REAL
EL PROFESOR SIBELIUS INSTRUYE A SU SOBRINO
Pelar los calabacines (zapallitos) y cortarlos en trozos pequeños .En una cazuela con aceite y mantequilla sofreírlos y cuando tomen color añadir la cebolla picada y tomates troceados.
Remover bien y añadir el maíz en grano, un poco de caldo, sazonar con sal y pimienta y tapar la cazuela dejando cocer con el fuego mínimo unos 15 m.
Antes de servir en cazuelitas añadir queso fresco (tipo Burgos) cortado en dados y adornar con unos nachos. Así quedó de vistoso el plato: